Vie. Nov 21st, 2025

Árbol de Navidad. Archivo ppm 2018.

La Navidad más triste después de la Segunda Guerra Mundial

Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo no respiraba tanta tristeza, desconfianza y relaciones ríspidas entre los Estados. Países bombardeados, familias fracturadas, ciudades fantasmas, bombas nucleares, migraciones masivas y campos de concentración fueron los escenarios al final de 1945. Ahora, los cierres de fronteras junto con acciones unilaterales pusieron de manifiesto la fragilidad del ser humano frente a la desesperación gubernamental-de muchos países- para contrarrestar los efectos de la emergencia sanitaria por el COVID-19.

Calles desiertas pero que ante la injusticia alzaron la voz en un solo estruendo, conglomeraciones en los hospitales y no en las playas, desastres naturales, recintos religiosos vacíos y desinformación masiva en redes sociales y diversos medios de comunicación fueron el día a día de 2020. No obstante, en agosto de este año, el panorama mundial dio un giro inesperado al manifestar la buena voluntad en materia de cooperación internacional para el desarrollo de vacunas que pueda contrastar la realidad. Potencias como Rusia, Estados Unidos, China, Reino Unido, entre los principales, junto con las farmacéuticas mas poderosas del mundo han invertido millones de dólares para encontrar la cura o un placebo del Coronavirus SARS-CoV-2.

En diversos foros internacionales, como en la Asamblea de las Naciones Unidas y en el Organismo Mundial de la Salud, por mencionar los más representativos, han solicitado que la vacuna sea un derecho humano para todos más no de aplicación obligatoria, ya que la inteligencia racional y personal prevalecerá. Sin embargo, el poder adquisitivo de los países será quienes regirán la distribución del fármaco en los próximos meses porque en la mayoría de los casos la producción en los laboratorios está reservada.

El lockdown mundial evidenció, en algunos países, la buena toma de decisiones de los líderes políticos y el comportamiento ciudadano, al mostrar respeto a los científicos como al personal médico. En cambio, en otras naciones, un cúmulo de factores propiciaron la precariedad y colapso del sistema de salud: la ignorancia, la poca fe, los detentes, el rechazo y menosprecio a la ciencia han puesto en una situación de vulnerabilidad a millones de personas.

Muchas almas han apagado su luz repentinamente a causa del virus. Razón por la cual, el presente escrito va dirigido a ellos y a todos que buscan un poco de confort ante la pérdida de alguien importante que marcó su vida: un padre, una madre, una amiga, un amigo, un cómplice o simplemente el despido a la culminación de una historia. Las fechas decembrinas opacarán la alegría y la esperanza que muchos nos aferramos año con año a vivir por el convivio, la felicidad y los buenos deseos que nos deseamos los unos a los otros.

En situaciones adversas, como la que estamos viviendo, hacen del luto una etapa aún mas difícil por vivir. Lo anormal de la “normalidad”, la carencia del regocijo de las festividades navideñas hacen que la soledad, el aislamiento forzoso y los recuerdos, llenen nuestra mente de dolor y nostalgia a cada instante. No existen palabras para llenar ese súbito vacío en sus corazones. La añoranza de compartir será para después. Los deseos deben de ser encaminados a preservar la salud.

Sin embargo, si hay razones por la cual tenemos que dar gracias: poseemos salud, muchos contaremos con alimento en casa y estaremos reunidos con nuestros más cercanos (aunque sea en vía remota). Aprendimos a sonreír con la mirada. A agradecer con nuestras acciones. A valorar lo que realmente es importante. El presente es lo único que tenemos.

De igual forma, pidamos por todos aquellos que se encuentran en una situación compleja. Es tiempo de que surjan los verdaderos valores universales: la empatía para quienes enfrentan problemas económicos, pensamientos positivos para quienes están enfermos y logren sanar. Asimismo, un aplauso efusivo de agradecimiento a todo el personal médico y de limpieza que se han estado jugando la vida en cumplimiento con su deber. A todos ustedes: ¡gracias!

Los meses por venir serán difíciles: el sector salud está devastado al observar que la incredulidad de cientos viene acompañada de penumbra, melancolía, enojo, desasosiego y frustraciones al verse imposibilitados en su labor, el desgastante emocional será evidente para todos, inestabilidad económica en millones de familias, desempleo en su máxima expresión y el colapso mercantil de todas las empresas que no lograron adaptarse a la era digital.

Ya no es tiempo de buscar culpables por el mal manejo de la pandemia. Cada uno de nosotros somos responsables de nuestros actos. El riesgo es latente. La omisión ya no es permisible. ¡Actuemos con prudencia, coherencia y responsabilidad! ¡Cuidémonos los unos a los otros!

¡Feliz Navidad!

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